27 de agosto de 2008

¿QUÉ HACER CON LAS PALABRAS?

Abraham llegó a fumar marihuana. No le gustaba, el vómito que le producía como cruda, fue la causa de su no adicción. El Chino y El Cejas nunca dejaron de invitarle un pasón, por supuesto que yo también era convidada.

-¡Ven! Siéntate aquí –me gritó. Al voltear localice a Abraham sentado en uno de los árboles del plantel donde estudiábamos.
-¡No jodas!, ¿cómo te subiste allí?
-¡Volé!, jajajajaja.

“Es como volar, la sensibilidad recibe un impulso, y todo se magnifica. Percibes los olores con más intensidad, puedo saber incluso si estas menstruando. Pero lo que más disfruto es esta melancolía. Gozo la tristeza y me inspiro, la música llega hasta mis neuronas y logro descifrarla. Me habla alguien y dicta frases. Conozco de escritores que necesitan fumar hierba para poder obtener ideas y plasmarlas en letras. No se diga los músicos.”

Hace un mes recordamos esta anécdota. La vida nos lanzó por diferentes caminos, aunque con destino similar. La soledad y el conocimiento de nuestra mortalidad la compartimos los dos.
Se perdió una chispa que se prendía cuando estábamos juntos. Tal vez estaba proporcionada por nuestra adolescencia. Ambos ahora, somos cerebro y poca espontaneidad. Pero nos gusta platicar por mail. Disfrutamos con los recuerdos de aquellos días, cuando leíamos a Paz, a Keats, a Quevedo, etc. Cuando me tomaba las manos y me decía:



“Las palabras” (O.Paz)

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.

Yop...

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